Capítulo 31: "Errores y más errores"

Pasamos la tarde en el centro comercial. Le compraron el regalo de cumpleaños a Sara y un rato antes de coger el autobús nos fuimos a comer algo. Mientras estábamos comiendo lo que pedimos, Hugo me llamó. Me dijo si podía venir hasta donde estábamos nosotros y que luego ya cogíamos el autobús juntos. Le dije que si, sin problemas. Vino y estuvimos charlando todos un rato. Después, nos fuimos a la estación y cogimos los billetes de vuelta. Nos sentamos juntos en el autobús. Estuvimos genial durante los vente minutos que dura el trayecto y después nosotras nos bajamos y él continuó hasta su pueblo. Había sido una buena tarde. Los malos pensamientos se habían ido y la sorpresa me había gustado. Una pena que ahora me quedase sola. Empezaría a pensar y eso no era nada bueno. En fin. Volvía a casa. Hablé con Hugo por la noche y me hizo sentir muy bien. ¿Superaría esto tan pronto? No. Evidentemente no. Os contaré el por qué.
Sábado. Celebración del cumpleaños de Sara. Una noche en la que pensaba que me iba a olvidar de todo por fin y que me iría muy bien. Mentira. Antes de ir a su casa, Ainoha, Lucía, Carol, otra amiga y yo nos fuimos a tomar algo. Cuando llegamos a casa de Sara, Amanda y una amiga de su mismo pueblo ya estaban allí. Al rato llego Celia y la prima se Sara, Ya estábamos todas. Escuchamos un poco de música, le dimos los regalos a Sara y nos sentamos a cenar. Estábamos colocadas en una larga mesa que habían puesto en el salón. Yo estaba en la esquina del fondo, enfrente de Amanda y al lado de Lucía. Sara presidía la mesa. Había de todo. Bollos preñados, pizzas, patatas fritas de todo tipo, sandwiches... Nos servimos bebida. También había de todo tipo. Yo me eché Coca-Cola y Amanda también. Charlamos, comimos y nos reímos como nunca. Yo estaba muy chistosa, a lo que Celia se alegraba. Se había preocupado por mi esta semana y ya me había dicho que quería verme de ese modo siempre.
- Celia, tía, ¡había Nestea y no me avisas!
- Yo que sé, échate hija.
- De verdad...
- Anda, sírveme a mi también- me pidió Amanda.
Me serví a mi y después a ella. El Nestea es mi perdición. Me encanta. Es tan...ligero. Tiene un sabor perfecto. Cuando acabamos de comer, empezamos a ver vídeos graciosos de Youtube en la televisión de plasma con Internet incluido de Sara. Vamos, la envidia de todas las que estábamos en aquella fiesta. Después de reírnos todavía más, llegó la tarta. Era una tarta hecha por la madre de Sara, de fresas y nata. Apagamos las luces y le cantamos el cumpleaños feliz. Acto seguido, y como creo que se hace en todas las fiestas de cumpleaños, Sara apagó las velas. Aplaudimos y encendimos de nuevo las luces. Nos servimos la tarta, que no estaba nada mal, y después nos fuimos todas a la salita del ordenador. Íbamos a jugar a la Wii con un juego de baile que había traído Ainoha, pero al final nos viciamos y mucho al ordenador. Nos estábamos riendo mogollón. Cuando el error de la noche llegó. La madre de Sara nos había dejado solas hasta dentro de un par de horas, así que en casa solo estábamos nosotras y la hermana mayor de Sara.
- Chicas, ¿queréis alcohol? Podemos hacer botellón- dijo la hermana de Sara de repente.
Todas estallaron ante la idea. Menos Celia y yo. Ni ella podía salir de casa, ni yo debía hacerlo. Sus padres no la dejaban salir hasta las doce que tenía que volver a casa y los míos no sabían que saldríamos, no estaba planeado, y podía liarse una buena si me pillaban ellos o mi hermano que podía estar por la calle. Todas pusieron dinero para el bote menos Celia, Ainoha, y yo. Carol, la prima de Sara y su hermana fueron a comprar las bebidas, ya que la hermana de Sara es mayor de edad. Celia no iba a ir, Ainoha no suele beber, y yo no bebo nunca. Me repugna. Estuvimos un largo rato esperando a buscar una idea por si mis padres llaman al teléfono fijo de casa de Sara y no estábamos. Yo no quería salir. Al final lo hicimos. Justo cuando abrimos la puerta apareció la madre de Sara.
- ¿A dónde vais todas?
- Vamos a acompañar a... Silvia, que ya se va. Y de paso damos una vuelta.
- Ah, vale, no volváis tarde.
No pude creer que se lo hubiese tragado. No me lo creí. Salimos. Lucía tampoco podía salir de casa pero  lo estaba deseando. Celia se tuvo que marchar a su casa y Lucía y yo nos agarramos muertas de miedo por si nos pillaban. Fuimos dirección al río donde se celebran los botellones normalmente. Fuimos por la parte de atrás del pueblo para evitar que nos vieran. Al llegar allí, vimos que ya había un botellón. Un cumpleaños. Pasamos como si nada y nos pusimos en un sitio con cemento un poco alejadas de donde estaban ellos. Nos sentamos. Ellas se sirvieron la bebida. A Ainoha y a mi nos dejaron beber Coca-Cola, aún que Ainoha luego se sirvió alcohol. Genial, era la única que no bebía. Orgullosa estaba. Sobre todo por lo que estaba a punto de ocurrir.

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