Capítulo 41: "Me planto"

Sábado. Mi segundo día con dieciséis años. Llamarme tonta, pero me veía hasta más alta esa mañana. La tarde la pasé con Ainoha y Sara en casa de ésta. Una buena tarde de risas. Domingo. Volvió. ¿Hace falta decir quién? Puse mi plan en marcha. Todo lo que Carol me había aconsejado que hiciera aquella tarde en el local. Me habló él. ¿Y yo? Feliz. Realmente no estaba para nada mal. Vino a mi con tono preocupado, como Carol me dijo que aparecería.
- ¿Qué tal estás Casandra?
Pero qué... hola eh. Eso me sonó a: Cas, ahora que te he dicho que no te quiero y me voy con otra, ¿estás bien? Digo, que somo me quieres tanto y eso pues tendrías que estar mal. ¿A que desde mi punto de vista suena pésimo? Carol tenía razón.
- Muy bien.
- ¿Segura?- esa pregunta confirmó mis pensamientos anteriores.
- ¿Por qué no iba a estarlo?
- No, por nada. ¿Qué tal el viernes?
- Muy bien, me lo pasé genial.
- ¿Me vas a decir ya que estás mal o qué?
¿¡Qué!? Venga... lo que me faltaba. ¿Quién se cree que es?
- ¿Perdón?
- Se te nota, te conozco demasiado.
Venga, flípatelo más. ¿Se cree que me ha parido o qué? No tenía ganas de discutir así que decidí terminar la conversación e irme. Penúltima vez que hablaba con él.
Lunes. Una persona muy importante aparece en mi vida. Yo la busqué. Esa chica que tantas cosas sabe, la que se preocupó por mi aquella vez sin conocerme de nada y la única que pensé que tendría cabeza para hacerme entender la situación. Ella, su mejor amiga. La busqué vía Tuenti, obviamente. Quería preguntarle si él, su mejor amigo, realmente pensaba que yo era una niñata, celosa y envidiosa. Hablamos bastante rato por privados. La verdad, al principio tenía un poco de miedo a que se lo contara todo a él y me mandara a la mierda. Pero algo dentro de mí me decía que me daría apoyo. Y así fue. Me contó muchas cosas que yo no sabía y me dejaron bastante anonadada. Era cierto que ya estaba saliendo con otra chica, pero no era la chica con la que se lió el día de mi cumpleaños, no. Era otra chica con la que se lió al día siguiente y con la que no tenía planeado nada. Mi cara fue un poema.
- Estoy igual que tú. Estoy enfadadísima con él porque se está dejando llevar por gente que no me gusta. Y lo que leíste de "niñata" en Twitter... creo que sí iba por ti.
- Dónde está... con todo lo que me estás contando yo no veo al chico que conocí hace unos meses por ningún lado.
- Habla con él, aclara las cosas ya. No me gustaría que vuestra amistad acabara así.
Me gustó esta chica. Me prometió no decir nada, me sacó de mi pequeño pozo de ignorancia, así que decidimos agregarnos.
- ¿Y si él pregunta?
- Pues... le decimos que nos encontramos por algo del blog. Además, no estamos haciendo nada malo, ¿verdad?
Me cayó bien de verdad. Pero que maja. Creo que ella tuvo mucho que ver en mi última decisión.
Martes por la noche, la última noche. Estaba hablando con Tamara, mi nueva confidente. Él llegó. Llegó y yo me lancé. No podía más.
- ¿De verdad piensas que soy una niñata?
- ¿Cómo?
- Contesta.
- No pienso que lo seas, creo que te comportas como tal.
De puta madre. Así, hablando en plata. Me acababa de llamar niñata en mi cara. Así empezó esa conversación. La última.

Capítulo 40: "Nunca digas nunca"

De risas, de buenas, tomando algo. A veces me quedaba mirando a un punto fijo y pensando en lo que no tenía que pensar, en quien no debía pensar. Hugo, que estaba en frente mía, se percató y vocalizó un: "¿qué te pasa?", al que yo me limité a contestar: "nada" y sonreír. Ainoha estaba a mi derecha. Sabía lo que me pasaba.
- Mira tu móvil- me dijo.
Saqué el móvil del bolsillo de mi chaqueta. Mensaje nuevo: "sonríe, diviértete y pasa del mundo. Te quiero." Era de ella. Cerré el móvil y le di un beso.
- Tienes razón- me pasé las manos por la cara y sonreí de nuevo.- Es mi día.
Después de pagar y salir del bar, el segundo chico de toda la vida me llamó.
- ¿Dónde estáis?
- Ahora mismo voy con Sara y Lucía a por la tarta a mi casa y nos vamos al local, ¿al final vienes?
- Sí, me ducho y voy.
- ¡Perfecto! Te esperamos allí entonces- cuelgo.- Chicas, viene Pablo.
- ¿Sí? ¡Yuhu!
- Así nos alegra la vista.
- ¡Sara!
- ¿Qué? ¡Es la verdad!
- Hombre, no podemos negar que Pablo es el mejor de nuestra generación... pero yo sería incapaz de tener algo con él, es que es de toda la vida.
- Ya, pero sino, ¡no habría problema!
Nos reímos. Volvimos al local con la tarta. Justo cuando íbamos a entrar, apareció una moto al principio de la calle.
- Ay, Cas, que viene hacia aquí- dijo Sara agarrándome el brazo.
- ¡Pero si es Pablo!
Las tres suspiramos. Al principio no lo habíamos reconocido. Hace tan poco tiempo que tiene la moto que todavía no nos hemos acostumbrado. De repente, Carol sale del portal para que Pablo pueda guardar su moto en el garaje.
- Hola chicas- pasa delante de nosotras subiendo a la acerca con el motor apagado.
- Como me pone la moto- digo sin parar de mirarlo.
- ¡Casandra!- Lucía me empuja un poco y entramos en el portal.
- ¡Es que es verdad!- subimos las escaleras.- Motos y tatuajes, mi perdición. ¡De toda la vida!
Sara se ríe. Llegamos y saludamos al resto. Guardo la tarta en la nevera y me quito el abrigo. Quiero lucir modelito nuevo.
- Guille, ha venido Pablo.
- ¿No jodas?
- Sí, está abajo guardando la moto, ahora sube.
Pobre, entre tanta chica y con solo un chico al que no conoce, necesita a su amigo de toda la vida. Unos minutos más tarde y ya estamos todos en el local. Antes de cenar, nos ponemos a jugar al Twister. Yo era la que movía el tablero. Que risas, que vistas, que posturas. Había música de fondo. Se estaba bien. Quizá hiciera un poco de frío. Después de un par de partidas, empezamos a preparar la cena. Después de cenar nos pusimos a hacer el tonto por el local. Hubo un momento en el que me quedé a solas con Sara en el baño, desde el cual se veía todo el local, si abres la puerta claro está-
- Hey, mira a esos dos.
- ¿Quiénes?
- Hugo y Ainoha. Parece que han hecho buenas migas, ¿no crees?
- Venga, ¿enserio?
- ¿Te imaginas?- la miro.
- Pues no, Ainoha es tu amiga y sería incapaz de hacerte un cosa así.
- Lo sé- acto seguido nos reímos de la estupidez.
Seguimos sacándonos fotos y jugando a juegos. Comimos la tarta y nos sentamos en un corro a charlar. A eso de las diez y media, Guille y Pablo se fueron. Algo más tarde, no mucho, empezamos a recoger los demás. Salimos del local. Nos despedimos de Amanda y Laura que se iban a que las vinieran a recoger a la plaza.
- ¿Te acompañamos?- dice Hugo.
- No, no. Me va a acompañar Sara que le pilla de camino, gracias.
Me despido de él con os besos, de Ainoha y de Carol. Nos vamos cada uno por nuestro lado.
- Sara, ¿sabes? Esta noche me he dado cuenta de una cosa.
- Sorpréndeme.
- Me he dado cuenta de que no me gusta Hugo para nada. A ver, que ya no me gustaba desde que decidí eso, pero me he dado cuenta a ciencia cierta esta noche.
- ¿Y eso?
- Pues no sé, lo he estado mirando durante la tarde y todo lo que ha dicho y hecho pues... ¡es que no es mi tipo para nada tía!- las dos nos reímos.
- Pues me alegro de que lo tengas claro.
- Y yo. Parece que voy avanzando. Ya he olvidado a uno, ahora me queda otro.