Capítulo 11: "Cuando menos te lo esperas"

Sonó el teléfono. Su nombre asomaba en la pantalla. Me río. Mi padre ya me había comprado una tarjeta nueva y la había puesto en mi móvil viejo. Por ahora. Espero que mi padre me consiga un móvil nuevo. ¡Un iPhone! Mucho pedir. Pues un Samsung Galaxy S II. Ese sí. O no. La de cosas que se le pueden pasar a una por la cabeza antes de contestar el teléfono.
- Hola- digo con voz alegre pero un poco temblorosa.
Me llama de ese modo cariñoso. De nuestro modo. Pasan los minutos. Y pasan, y pasan y pasan. Y se convierten en una hora. Yo tumbada en la cama arropada hasta las cejas de cara al despertador para no perder la noción del tiempo y con el móvil en la oreja. Él susurrándome cosas bonitas al oído. No contesto. Cierro los ojos y me sumerjo en sus palabras. Los abro. Casi me duermo. Estoy tan agusto. Nunca nadie me había tratado así. Nunca nadie me había dicho nada parecido. Él. La única excepción en mi vida. Después de esa hora paso una media más. Y terminó. Pero había sido una hora y media para recordar durante mucho tiempo. Despedida cariñosa. Sonrisas en la cara. Cuelgo el teléfono. Lágrimas. A veces pienso que soy un poco bipolar. Me tiro en la cama de nuevo y lloro. Como una niña sin su caramelo. Como una tonta. Durante unos minutos. Demasiado bueno para no tener pegas. Así que, por supuesto, las tiene. Dejo de llorar. Me seco las lágrimas. "Pero si te lo has pasado genial boba", pienso. Y sonrío. Benditas sonrisas alentadoras en momentos de lágrimas y tristeza. Apago la luz. Sus "te quiero" están grabados en mi cabeza. "Que bien voy a dormir esta noche". En efecto.
Me desperté a la mañana siguiente. 7:30. Apago el despertador. Sonrisa. ¡Wow! Esto es nuevo. Bueno humor, bueno rollo... Sí señor. Como me gustaría gritar a los cuatro vientos todo lo que sentía. Por ahora se lo diría solo a él.
Toda la mañana guardando el secreto. Quería contárselo todo a Carol y Ainoha pero no podía. Todavía no sabían nada del asunto y me daba mucha pereza contarles todo desde el principio. Algún día de estos lo sabrían.
La cosa iba bien. Halloween se acercaba y yo tenía fiestón a la vista. Unos amigos con un grupo de música tocarían en el "local" particular de  una amiga. Después cena y botellón. Cena tres euros. Botellón cinco euros. Solo pagaría los tres euros. Los cinco del botellón no me interesaban lo más mínimo. Tenía tres exámenes, pero estudiaría. Jurado. Matemáticas más que en toda mi vida, Lengua muchísimo y ampliación de física y química... tonterías, yo  no quería esa asignatura.
Jueves. Día raro. Día bueno. De emociones. Un 7.75 en Lengua. Suspiros de alivio. Ya estaba casi todo a punto para la fiesta de Halloween. Carol llevaba toda la semana insistiendo en que fuera a dormir a su casa para poder quedarnos hasta las dos o tres de la mañana por ahí. Pero había algo más. Demasiada insistencia. Y más ahora que ya les había contado lo de... en fin, eso. Demasiados cuchicheos entre ella y Ainoha a los que se unía la enana, Lucía. Que mona era. Mi niña. Que ricura. ¿Edad? Los mismos que yo. Pero para mí es como una muñeca de porcelana. Ella también ayudaba diciendo que solo la dejarían dormir en casa de Calor si iba yo también. Siempre dependía todo de mi. Que agobio. Esa tarde la tenía que dedicar a estudiar matemáticas. El Viernes tenía examen de matemáticas. Con la misma profesora que hacía un año me había suspendido mi primera asignatura. Y a Lucía. Que llorera. Cuanto odio. No vuelvo a caer. Hay que ponerse las pilas. Hice más de veinte ejercicios, puse anotaciones en los apuntes e intente entender y repasar lo que peor se me daba. Que cansancio. Necesitaba un respiro pero ya. Por la noche echaban mi serie favorita, esa de la pareja a la que tanto nos asemejamos. Y hablando de él. La eterna sorpresa. Que sigo sorpresa. Sorpresón. Carol no paraba de insistir con lo de su casa hasta que se metió él por medio. Y metió la pata también. No se podía estar callado. Un poco de insistencia y lo soltó todo. ¿Qué era ese todo? Que se presentaba en la fiesta. Sin más. Como leeis. Que venía. Así, y ya. Me tapé la boca completamente abierta ante la sorpresa. ¿¡QUÉÉÉÉ!? Sorpresón, sorpresón, sorpresón. El que se acababa de cargar. Yo temblaba. No me importaba. Vendría y punto. No hice preguntas. Lo tenía todo planeado con Carol. No me metí. Agg, que perra. Sonrío. Tiemblo. Pero tenía que guardar el secreto. Hacerme la sorprendida cuando lo viera. Aún no sabía ni como lo tenían planeado. En todo caso, sorpresa, desvelada, pero sorpresa.

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