Capítulo 9: "Salir de la oscuridad"

Pasaron tres días. Tres largos días después de ese Viernes. Con sus dilemas, sus historias, sus lios, sus desilusiones... El susodicho volvió a hacer su aparación estelar. Y digo estelar porque la lio pero bien. Días anterios me había dicho todo lo que me quería y un sinfín de cosas bonitas que yo siempre creí encerradas en esas películas románticas. Todo esto me hizo pensar, llorar y dormirme a las tantas de la mañana hacía ya dos noches. Pero como lo bueno no dura y si dura es porque viene algo peor detrás, así sucedió. Hacía una noche que no hablaba con él. Me había dado cuenta de que con una sola noche ya le echaba de menos. Me levanté por la mañana y volví a pensar en el justo después de apagar el despertador. Todo volvió. De repente. Sin más. Lo tenía todo mucho más claro. Pero en mi vida no puede haber nada claro. Si no, no sería mi vida. Y así fue. Una noche de diferencia y ya se había liado con otra. Así. Al instante. Sin poder reaccionar. Me lo soltó sin pensárselo dos veces. En el momento no pude contestar. Quería asimilar la noticia. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Me giré. Justamente la lista de reproducción de música pasó a una canción apta de un momento tenso de película. Lenta. Precisa. Preciosa. Los ojos se me llenaros de lágrimas y tuve que ir corriendo a apagar la luz del salón. Siempre era mi madre la que venía y me apagaba la luz, por lo que yo me cabreaba mucho. Pero ahora era yo la que necesitaba esa oscuridad. Me senté de nuevo en el sofá frente al ordenador con la cabeza hacia la derecha por si alguien llegaba y veía mis ojos empañados por las lágrimas. Respiré. ¿Qué podía hacer? Mi mente estaba en pleno desconcierto. Cuando pensaba que todo se iba aclarando, cuando más necesitaba su ayuda, va, y literalmente, la caga. Puse buena cara. Los primeros instantes. No podía ocultar lo que realmente sentía y él enseguida lo notó. Quería que lo notara. Me dijo que lo sentía y que me quería, pero que estaba echo un lío. Yo le dije mis sentimientos en frío. Genial. Nunca he podido entender como alguien podía tener el corazón dividido entre dos personas. Nunca. Pero él no lo sabía. Cada cosa que me decía lo entendía menos. Y cada vez tenía más claro que, si desde el principio yo no hubiera abierto la bocaza, mejor dicho el corazón, nada de esto hubiera pasado. Quería dejarlo pasar, olvidarlo. Pero no podía. Cada cosa que me decía lo "arreglaba" más. Llegó a decirme que ella, la chica con la que se había liado, vivía a veinte minutos y yo a cuatro horas. Como me dolió eso. Me hizo sentir como un simple trozo de sabe dios qué al que nadie puede llegar. Como si, al tener a otra a mano, lo mío fuera una tontería. Me sentía basura. Pero poco a poco recuperé la compostura. Una canción descubierta hace poco influyó bastante. "Don't let the bastards get you down..." No sé si a él lo consideraba un bastardo, pero la canción me animó muy mucho. Me hizo fuerte. Bendita música. Lo decidí. Ahí mismo. En ese instante. Olvidarlo todo y por completo. No puso ninguna objeción. Lo hice más que nada por la chica. La otra. O quizá la otra era yo. Lo analizaría más adelante. Me dijo que no quería jugar conmigo, pero con la que realmente jugaba era con ella. A mi me decía sus deseos: acariciarme, susurrarme cosas bonitas, abrazarme, besarme... Con ella lo podía hacer. Basta. Segunda decisión. Dar un margen. Me acordé de una pareja de una seria a la que cada vez nos asemejábamos más. Ella le había pedido a él que no hablarán, que pasarían el uno del otro un tiempo y que no preguntara el por qué, pero que le quería. Pues esa era más o menos la decisión que yo había tomado. Dar un margen. Quería que se diera cuenta de que, en realidad, él solo quería a la otra chica. Y si no era así, le ayudaría a empezar a quererla y me ayudaría a mí a la vez. No hablar. Unos días. Estaría bien. Supongo. Aceleraríamos el proceso de olvido. Se negó. Se negó y lo dejó pasar en tan solo diez segundos. Pero no sabía que yo hablaba completamente enserio. A veces hay que tomar decisiones difíciles. Esa era una de ellas. Mi confidente, mi amigo. El tío en el que más había confiado en toda mi vida, a un lado. Lo iba a hacer. Lo de no conectarme por dedicarme a mis estudios era mentira. En parte. No me conectaría para no hablar con él. Para olvidar. Que mal sonaba joder. Él iba a empezar a sentir de verdad. La cosa iba enserio. Estaría en todos lados menos Tuenti. Novedades y cierro. Lo conseguiría. Y me fui. Un adiós y listo. Siguió sin creerme. Eso pasó anoche. Unas lagrimitas, una sonrisa de fuerza y a dormir.
A la mañana siguiente sentía una gran presión y un bajón considerable. Apagué el despertador y su nombre vino a mi cabeza de nuevo.
- ¡Mierda!- grité en un susurro. Y pegué un puñetazo contra la almohada.
"Es el primer día. El plan aún no ha empezado del todo", pensé. Y respiré. Cerré los ojos unos instantes. Que sueño tenía.
Faltaban diez minutos para que Sara subiera a buscarme. Coincidí con mi hermana en el baño.
- Lara, ¿me haces un favor?
- ¿El qué?- estaba colocándose una pinza en el pelo.
- Tienes que evitar que me conecte a Tuenti.
- ¿Cómo?- pone cara como si le estuviera tomando el pelo.
- Sí. Controlame. Puede estar en el ordenador pero no en el Tuenti. Notificaciones y fuera.
- ¿Y eso por qué?
- Una apuesta- miento.
- ¿Y con quién haces esas apuestas tan estúpidas?- que razón.
- Con Celia y Sara, que no se piensan que pueda vivir sin Tuenti - sonrío para convencerla. - Serán solo unos días, ¿lo harás?
- Vale - se va por la puerta.
- ¡No te olvides!
Bien. Ya tenía a alguien que me pusiera los pies sobre la tierra si quería abandonar. Sí, la cosa iba totalmente enserio.

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