Capítulo 38: "Vuelves, te vas"

Lo hecho está hecho. Me sentía extrañamente bien. Quizá ese era una de los pasos que debía de afrontar. No lo tenía claro pero lo hice. Fue como quitarme un gran peso de encima, así que lo dejé estar. A los dos días, antes de empezar febrero, decidí hablar con el susodicho de nuevo. Es superior a mi. Quería empezar febrero bien. Pero del todo bien. Quería un mes fabuloso. No lo fue. Pero eso yo no lo sabía. Hablamos y se lo dejé claro. Eso no significaba que le hubiera perdonado, de echo no lo he hecho, pero le dije que febrero era mi mes y no quería movidas. Estaba empezando a ver la salida de este pozo. Existen los tropezones, Casandra. Me dijo que no había problema, que si algún día él me hablaba y yo no le quería hablar que se lo dijera. Y así empezó febrero. Hugo fuera de mi vida amorosa y el susodicho dentro de mi vida amistosa. En una semana era mi cumpleaños. Estaba muy contenta. Ese mismo viernes todas mis amigas se fueron al centro comercial a comprarme los regalos. No me dejaron ir. Pasé la tarde más aburrida de toda mi vida. Me aburrí mucho... pero mucho eh. El sábado grabamos un vídeo para dos chicos del sur. Sara y yo. ¿No os lo he dicho? Dios, que cabeza. Sara y yo hacemos vídeos graciosos de vez en cuando y los colgamos en Youtube. Tienen bastante buena aceptación. Hemos descubierto a estos dos chicos que se están iniciando en el mundo vlogger y hemos decidido hacer una colaboración en uno de sus capítulos. No ha quedado nada nada mal. Estuvimos toda la tarde grabando. Ainoha nos observaba desde el sofá. Lo pasamos bien, nos reímos mucho. Siempre nos reímos.
Empieza la semana de mi cumpleaños. Euforia total. Dieciséis años... me siento casi mayor. Los días pasaban y las cosas iban bien. Hablaba con Hugo y con el susodicho. Tan amigos. Mis amigas también iban bien, el instituto sin problemas... un momento. Es mi vida. No puede ir todo tan bien. Claro. Puñalada en breve. Miércoles. A dos días de mi cumpleaños. Él. El de siempre. Noticia.
- Casandra, tengo que decirte algo.
- Uy... tengo miedo.
- Es que no quiero que te enteres por otras personas. El viernes he quedado con una chica.
Zas.
- Mmm... vale.
- Sin problemas, ¿verdad?
- No diré nada, te mentiría.
Empezó una de nuestras últimas conversaciones. Se lo solté todo. Me equivoqué. Le dije lo enamorada que estaba de él, lo mucho que le necesitaba a mi lado, que nada de esto iba a cambiar en mucho tiempo porque es el único chico del que me había enamorado. ¿Qué me dijo? Que ya no sentía lo mismo por mi. Sabéis... de un día para otro ya no sentía lo mismo por mi. Hacía dos días que me había demostrado lo contrario. O por lo menos eso pensaba yo. Todavía no entiendo como se puede dejar de querer a una persona en veinticuatro horas. No me cabe en la cabeza. Me dijo que si no sentía lo mismo no iba a mentirme. Ahí le doy la razón. Pero no entendía nada. Al final dejamos la conversación. Me dijo que si quería que me dejara de hablar un tiempo. Mágicamente le dije que si. Pues venga, enfadados, o algo por el estilo, de nuevo. Genial. Genial todo. Gracias por el regalo de cumpleaños. Muchas gracias. La consideración que tienen algunos hacia otras personas, a veces, me sorprende. Decidí no venirme abajo, o por lo menos no mucho. Ya no tenía las mismas ganas de que llegara mi cumpleaños, cosa que me reventaba, pero en fin, apechugaré. Como siempre.
Al día siguiente se lo conté todo a las chicas. Poco a poco. Pero bueno. Al día siguiente era mi cumpleaños, eso no me lo quita nadie. Invité a mis cuatro niñas, a Amanda, a una chica del pueblo de Amanda, no es Sandra, a Hugo y a otros dos chicos que conozco desde los tres años. La tarde del jueves, Carol y yo nos fuimos a comprar las cosas para el viernes y a llevarlas al local. Nos sentamos en uno de los sofás y le conté todo. Ella estaba un poco perdida en toda esta situación, así que la puse al día de todo. Así todas sabrían todo.
- ¿Sabes lo que tienes que hacer?
- Sorprendeme.
- A Hugo deberías de hablarle de buenas, como siempre, y enamorarte. Si, si, que te vuelva a gustar de nuevo aún que él no quiera nada contigo. Y con el otro... deberías de contestarle super animada y contenta si te habla.
- Lo de Hugo no lo voy a hacer... eso está claro. Pero lo de... explícate.
- Vamos a ver, él lo que se espera es que estés fatal, muy mal, que le cuentes tus supuestos problemas y todas esas cosas. Pues eso, hazle ver que se equivoca. Hazle saber que no estás mal y le dejarás chocado. Es que, en realidad, no estás tan mal.
Una sonrisa comenzó a aparecer en mi boca. No era ninguna locura.
- La verdad es que no. Me gusta la idea...
- Pues eso, ya sabes lo que hacer, pero eso sí, que te hable él. Si no te habla nada.
- Oído cocina- dije sonriendo.- A veces pienso que deberíamos hablar más...
- Lo ves, si es que no me cuentas nada y soy genial, genial te digo.
Me río. Continuamos comiendo cereales y escuchando canciones para acabar de mentalizarme de la situación. A eso de las ocho, volvimos para casa. Por lo menos yo. Mañana mi cumpleaños. ¡Que ganas! Olvidémonos de todo por mucho que cueste. Mañana era mi día y nadie me lo iba a estropear. Y cuando digo nadie es nadie. Realmente no estaba tan mal como la primera vez que me había hecho daño. Y eso es así. Si no me sentía del todo mal era porque ya había asimilado, más o menos, que después de la primera puñalada nada volvería a ser como antes. Nada. Ni amor ni amistad. Y es que cuando alguien te hace daño una vez, cuesta mucho volver a confiar.

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