Capítulo 36: "Fin"

Por fin nos teníamos en paz. Por fin pudimos relajarnos un poco. Estuvimos un rato con el ordenador buscando al chico que le había gustado a Ainoha. Lo encontramos y le agregamos.
- Ay... me he enamorado- dijo Ainoha con un suspiro.
Nos echamos a reír. Lo repitió quinientas sesenta y cinco veces en toda la noche. Nos reíamos siempre. Hablamos de muchas cosas u nos reímos muchísimo. Fue el mejor momento de la noche. Después de más de media hora, se oyó la puerta. Nos miramos perplejas y saltamos todas por encima de las camas hacia la puerta de la habitación. Yo fui la que abrió la puerta. Me asomé al pasillo y detrás de mi Ainoha y Sara. La hermana se Sara, su prima y Amanda estaban en la puerta del salón agarrando a Sandra. La madre de Sara estaba allí.
- Ay dios... -se me escapó.
Me acerqué. Dejaron a Sandra en la cama que estaba montada en el salón. El pantalón estaba lleno de vomito y ella no se tenía en pie. Ainoha y Sara retrocedieron a la habitación entre arcadas. Yo me quedé allí. Empezaron a quitarle la ropa y a ponerle el pijama. A la madre de Sara le dijeron que, yendo al río a charlar, nos encontramos con una gente del pueblo de Sandra y Amanda que estaban haciendo botellon. Le dijeron que ella se había quedado a saludar y nosotras seguimos adelante. Luego, cuando Sandra volvió, ya venía así de mal porque le habían dado de beber mucho. Esa fue la peor mentira que he escuchado en mi vida, pero fue la que contaron. Dejaron a Sandra en el salón y cerramos la puerta. Sara y Ainoha seguían en la habitación. Amanda, la hermana y la prima de Sara durmieron en la habitación de la hermana de Sara, la de al lado de donde dormíamos nosotras. Volví a la habitación. Dios de mi vida. Sara estaba muy enfadada, otra vez. A saber el interrogatorio que le haría su madre al día siguiente. Yo pensé. Si pasara esto con mis padres me iría a un internado de cabeza. No exagero para nada.
- Tranquila Sara. Mira, te prometo que el fin de semana que viene quedamos las cinco: Lucía, Carol, Ainoha, tú y yo y celebramos tu cumpleaños como dios manda, ¿vale? Cenamos, charlamos, con música y cosas. Tranquila.
- Vale, vale...
Nos acostamos de nuevo. Después de relajarnos un poco seguimos hablando y riéndonos. No sé muy bien a que hora nos dormimos, pero no fue pronto.
A la mañana siguiente Sara habló primero.
- ¿Estas despierta?
- No- dije reprochando mientras me metía debajo de las sábanas.
Se rieron y yo acabé riéndome también. Tenía muchísimo sueño, estaba cansadísima y no quería despertarme en ese momento. Ainoha dijo su típico "estoy enamorada" y ya me fui inevitable reírme. Saqué la cabeza y un brazo de las sábanas y cogí el teléfono.
- ¡Solo son las once y media! ¡La alarma la tenía puesta para la una! ¡Estáis locas!
Se rieron aún más. ¡Tenía sueño! Más de una hora de dormir por delante y no me iban a dejar aprovecharla.
- Ya total.
- No, ya total no. ¡Más de una hora! Estáis como cabras- y me escondí debajo de las sábanas otra vez.
Ainoha empezó a tocarme las narices y a quitarme la sábana. Sara solo se reía. De repente, Ainoha le dio con el pie al interruptor de la luz.
- ¡Tu puta madre!- dije tapándome la cara con la mano.- Que me dejéis dormir...
Imposible dormir. Además, me estaba sonando el móvil.
- Callaros, es Hugo.
Le contesté. Estuvimos unos minutos hablando. Me dijo que no estaba despierto anoche, que qué había pasado y que si estaba bien. Le expliqué todo. Su llamada me alegró. Después de colgar, nos pusimos a hablar. Hablamos de la noche pasada, claramente. De las cosas buenas y malas. Nos reímos mucho de nuevo. En ese momento, entro la madre de Sara por la puerta. Sandra venía detrás.
- Bueno... la que faltaba- dije mientras agachaba la cabeza debajo de las mantas.
Ainoha esbozó una sonrisa. A mi me fue inevitable soltar una minúscula risotada. Pero no, era serio. Saqué la cabeza de debajo de las mantas y me incorporé en la cama. Ainoha hizo lo mismo. Sara también repitió el proceso en su cama. Se nos quitó el buen rollo.
- Ostras Sara... lo siento tía. Lo siento por joderte el cumpleaños. Lo siento pero es que no me acuerdo de nada- dijo poniéndose una mano en la frente.
Miré a Ainoha y me acosté de nuevo.
- Sí, pues chica... -dije.
- Sandra te emborrachaste y no mejorabas, tía, te pasaste mogollón- dijo Sara a punto de llorar de nuevo.
- Bueno hija, ya te ha pedido perdón. Os dejo aquí- dijo su madre. Y se fue.
Sandra se sentó en la cama de Sara. Comenzamos a contarle toda la noche. El motivo de su diente roto y de su pómulo enrojecido. Al pasar un rato, el resto de chicas entraron en la habitación y cerraron la puerta. Se unieron a la narración de la noche pasada para informar a Sandra. Cada cosa que le decíamos se llevaba la mano a la cabeza e intentaba una especie de sonrisa.
- De verdad que no me acuerdo de nada.
- Bueno, vamos a desayunar que tengo un hambre. ¿Quién quiere Cola-Cao?- dijo la hermana de Sara.
Todas levantamos la mano. Ainoha fue a cambiarse al baño y Amanda se metió en mi cama y se acostó mirando hacia mi.
- Me llamó Hugo hace un rato.
- ¿No jodas?-se sorprendió.
- Si, para ver como estaba y eso.
- Ah...
La hermana de Sara llegó con los Cola-Caos. Todas se lo bebieron en cero coma.
- ¡Woow! ¡Tiene pepitas de chocolate al final!- dijo Amanda. Es apasionada del Cola-Cao.
- ¿Qué me dices? ¡Que todavía no he acabado!
Apuré lo que me quedaba y vi las pepitas de chocolate en el fondo del vaso. Me las comí con la cuchara. Dios, que buenas estaban. Me hizo hasta ilusión. Ala, por fin. Fin de esa noche maldita, fin de pensar cosas malas. Fin de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario