Capítulo 34: "Ninguna solución"

Sara lloró abrazada a mi y me la llevé de vuelta con el resto. Sandra seguía colgada de Amanda y la hermana de Sara. ¿Cuándo se iba a acabar esta maldita noche? Me acerqué a Lucía.
- ¿Estas bien?
- Si... si, solo me he mareado un poco.
- Buf... -volví a pasarme las manos por la cara y a apartar mi pelo. Me di la vuelta. Lucía me puso una mano en el hombro.- No puedo Lucía... no puedo. He pensado hasta en llamarle, ya sabes. Y es que... esto es demasiado para mi y se me esta juntando todo- las lágrimas se apoderaron de mis ojos de nuevo.
- Eh, no, no, no. Te he dicho que no quería verte llorar- me abrazó.
Ainoha nos miraba a espaldas de Lucía. ¿Cuántas veces iba a explotar esa noche? No me estaba gustando ni un pelo. Me hundía demasiado. ¿Daría vuelto a la superficie algún día?
- Ya lo sé, ya lo sé. Pero ya sabes que él era el que lo sabía todo y... no sé, no entiendo nada.
- Tú a él no tienes que pedirle nada. ¿Sabes? Con quien tienes que hablar ahora mismo es con Hugo.
- Lo sé.
- Pues espera, le voy a mandar un mensaje y seguro que te llama- dijo mientras sacaba el móvil.
No objeté nada. Me giraba para ver lo que escribía pero no me dejaba ver. No estaba segura de si podría contarle todo lo que estaba pasando a Hugo, pero con tal de sentir a alguien que no fueran ellas a mi lado, que estaban igual de mal que yo, me llegaba.
- ¿Qué le has puesto?
- Ya está, ahora te llama. Tranquila.
Me aparté un poco y desistí en intentar leer aquel mensaje. ¿Llamaría enserio? Si le ha dicho que estoy llorando... Dejé de pensar. La gente se estaba dispersando. A Carol le habíamos perdido un poco la pista durante esos minutos. No se estaba enterando de nada. Estaba sentada en un montón de tierra, muy mareada. Me acerqué a ella.
- ¿Tú estas bien Carol?
- Si, si, no es nada.
Vaya noche, ¡vaya noche! Después de otra casi media hora, nos fuimos al parque que había al lado de donde estábamos al empezar la noche. Solo estábamos Sara, Ainoha y yo. Lucía y Carol se habían ido ya a casa. Dormirían juntas en casa de Carol. Juan y uno de sus amigos las acompañaron. Nosotras no sabíamos donde estaba el resto de la gente. Estábamos con los otros dos chicos, así que nos dirigimos a la carretera principal del pueblo. Oímos unos gritos. Vale, estaban allí. Nos asomamos en la acera y vimos a Amanda que venía hacia nosotros.
- Nada, no despeja. Le hemos hecho de todo. Le hemos majado la cara, le hemos dado agua, hemos intentado que vomite, la hemos paseado... y nada.
- ¡Joder! ¡Pero que yo no puedo volver con ella así a casa!- dijo Sara poniéndose nerviosa de nuevo. Amanda se acercó a ella.
- Ya lo sé Sara, ya lo sé. Sé que lo estas pasando mal en tu fiesta de cumpleaños pero no te preocupes que esto se le pasa.
Amanda volvió con la hermana de Sara. Nosotras fuimos lentamente detrás de ella. Los chicos se fueron. Normal. Cuando andamos un poco, hasta el final de la acera, vimos a un montón de chicos y chicas al lado de un coche. Estaban sentados en unas escaleras y miraban a Sandra y la gente que tenía alrededor. Estaba agarrada por la hermana de Sara, Amanda y un chico. ¿Y ese chico? Era un conocido del pueblo, del grupo que estaba sentado en las escaleras. Al parecer entendía de estas cosas, así que estaba ayudando a las chicas. Dios. Sara se acercó a donde ellas y Ainoha y yo nos quedamos al lado de las escaleras en las que estaba sentada la gente.
- Tía, no podemos estar aquí. Es la puta calle principal del pueblo, si nos ve alguien nos la cargamos, yo por lo menos- dije mirándola.- Tenemos que meternos en ese callejón a esperar a Sara.
Al lado de la pizzeria que teníamos en frente había una pequeña calle oscura que daba a una de las calles antiguas del pueblo. Agarré a Ainoha y nos metimos en el principio de ese callejón.
- No, no, no- dijo Ainoha mientras me estiraba del brazo.- Que esta calle me da miedo Casandra, enserio, no. Y no podemos dejar a Sara aquí.
- Pero que... -tuvimos que cruzar de nuevo la carretera.
Nos acercamos a donde estaban todas y le dijimos a Sara que no podíamos correr el riesgo de que alguien nos viera, que nos teníamos que ir, por lo menos, al portal de su casa a esperar a que ellas pudieran volver después con Sandra y así subir todas a casa.
- Esta no mejora, he cogido agua de un charco para pasársela por la cara y todo- dijo la hermana de Sara.
Ainoha y yo nos volvimos al callejón. Al parecer Sara nos dijo que esperáramos a que cogiera las llaves de su hermana para entrar en el portal de su casa, pero no la oímos.
- Tía, ¡yo me largo! No puedo más. Tengo los pies congelados y un frío alucinante. ¡Son casi las tres de la mañana! Y como me quede un rato más aquí... me da algo.
- Vale, vamonos. Pero, ¿y Sara? ¡Agárrame la mano!

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