Capítulo 35: "Un poco de paz"

Dicho y hecho. Nos fuimos al portal de Sara. Ainoha comenzó a correr calle arriba mientras yo la agarraba de la mano.
- ¡Pero no corras!
- Que si, que tengo mucho miedo.
- Pero si hay luces...
Llegamos al portal de Sara en treinta segundos. Estaba cerrado. Nos sentamos en el peldaño que hay debajo de la puerta y nos juntamos un poco. Hacía frío. Sara me llamó por teléfono.
- ¿Dónde estáis?
- En tu portal, no podíamos más.
- Os dije que me esperarais, que iba a por las llaves.
- No te escuchamos.
- Da igual, ahora voy para allí.
Continué hablando con Ainoha de todo lo que estaba pasando esa noche. No dábamos crédito todavía. Estábamos muy mal. Después de diez minutos Sara llegó cruzando la plaza. Metió la llave en la cerradura y nos sentamos dentro del portal. No hacía tanto frío.
- Cuando Sandra despeje, vendrán y ya podremos subir todas juntas.
Nos quedamos ahí dentro hablando, suspirando y al final hasta reímos al hablar del nuevo amor de Ainoha. En ese momento nos llamó Lucía.
- Oye- hablaba muy bajito.- Carol se ha quedado dormida en la cama, en horizontal, ahí tirada en medio y no sé que hacer con ella.
- Vale, tranquila, no hagas nada. Vamos a llamar a Juan y ahora te llamo otra vez, ¿vale?
Ainoha tenía el número de Juan, así que lo llamamos desde su móvil. Le expliqué la situación. Le conté donde estábamos y cómo estaba el panorama a estas horas. Llamé a Lucía de nuevo con el móvil de Ainoha. Le dije lo que me había explicado Juan: que le quitara los zapatos y la ropa, que la pusiera de lado, nunca boca arriba y que se echara a dormir a su lado. Le deseé buenas noches y colgamos. Ya llevábamos un buen rato hablando en el portal cuando, de repente, un coche aparcó en la plaza y gente montando escándalo salió de él. Mierda. Era un amigo nuestro muy loco, mayor de edad y al que pocos entienden debido a sus niñerías e idas de olla. La iba a liar. Salimos del portal, yo delante.
- Tú, ven aquí- le dije muy seria mientras andaba hacia él.
- ¡Casandra, cariño!- dijo abriendo los brazos en cuanto me vio.
- ¿Te quieres callar la boca gilipollas?- gritó Sara.- Mi madre está arriba durmiendo.
- Bueno, perdona eh.
- Tío, ¿tú estás bien?- le pregunté poniéndole una mano en el hombro.
- Mira... estoy borracho y fumado, pero ahora marcho para la cama.
- Ya, con el coche, ¿no? ¿Tú estás loco? Un día vas a tener un accidente joder, te lo tengo dicho.
- Da igual, si me mato me maté.
- Ya estamos...
- Eres subnormal tío, ¡no tienes ni idea! ¡Odio que digas esas cosas porque no tienes ni puta idea!- gritó Sara.
Comenzó a llorar y se metió en el portal. Juan fue detrás de ella. Se conocen desde pequeños y él más que nadie sabe lo que hay. Le había sentado mal lo que el gilipollas éste había dicho y dijo el por qué. Es muy duro. Nuestro amigo se quedó con cara de imbécil.
- Joder tío, te has lucido. Anda, vete ya- dijo Ainoha.
Él empezó a despotricar barbaridades mientras abría los brazos. Buuuuf...
- ¡Joder!- dije. Y me dejé caer en el escalón de un banco, de los de dinero, que había al lado de casa de Sara.
Las lágrimas volvieron a mis ojos de inmediato. Escondí la cabeza entre los brazos y los apoyé en mis piernas. Fue tan solo un instante. Ainoha se acercó a mi y entramos en el portal. Juan se despidió y se fue. Nunca había vivido una noche tan dura. A los pocos minutos, la hermana de Sara nos llamó. La habíamos estado llamando para preguntar si podíamos subir ya a a casa. Hablé yo con ella.
- Tenéis que subir ya, mi madre me ha llamado un montón de veces. Sandra no despeja y todavía no sé que vamos a hacer con ella, pero vosotras podéis subir ya.
- ¿Por qué no la lleváis al centro médico?
- Porque yo soy mayor de edad. Ya lo hemos pensado pero la que me la cargaría sería yo. ¡No sé por qué no mejora!
- Bueno, pues entonces nosotras subimos y le decimos que vosotras os habéis quedado un rato en el bar. Por dios, no vengáis con ella así.
Lo dicho. Subimos a casa y le dijimos a la madre de Sara que ellas se habían quedado un rato más tomando algo. Sara estaba de muy mal humor.
- Sara, contrólate joder. Ve a la habitación.
Nos cambiamos, nos pusimos los pijamas y nos metimos en la cama. Ainoha y yo en la cama de arriba y Sara en la cama de abajo. Dios, por fin, paz, relax. Se acabó ya, se acabó. Maldita noche.

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