Capítulo 33: "Incapaz"

La noche se tornaba cada vez peor. Los minutos pasaban y no podíamos volver a casa con Sandra en ese estado. La madre de Sara estaría en casa. Imposible. Mientras Lucía, Ainoha, Cara y yo estábamos con Carol, su novio y otros tres chicos de su edad, Amanda y la hermana de Sara daban vueltas con Sandra que no paraba de tambalearse y gritar. Lucía se mareaba mucho y no se encontraba del todo bien, Ainoha tenía miedo por todo lo que estaba pasando, Sara lloraba al ver arruinado su cumpleaños y Carol intentaba vomitar ayudada por Juan. Menudo panorama. Los chicos nos intentaban tranquilizar y nos daban conversación para distraernos. Pero todo en esa noche se juntó. Todo volvió. Lucía le estaba contando a uno de los chicos todos los problemas que tenía en esos momentos con su novio. Mañana se arrepentiría. Ainoha y yo hablábamos con los otros dos. Ella maldecía a su ex y yo... la secundaba.
- Una persona que te dice que lleva seis meses intentando enamorarse de ti mientras estabais juntos, ¿no es un hijo de puta?- dijo muy cerca de uno de los chicos por el que más tarde se interesó.
- Si, bueno, es una putada. Ese tío era tonto.
- Pues ya está, yo, no lo entiendo- dijo Ainoha sentándose en la cadena de eslabones a mi lado.
- Sois todos unos hijos de puta- dije sin reparo.
- ¡Eh! No todos- contestó el mismo chico-. Eres tú, que eres tonta. Y si él es un hijo de puta, peor aún.
- Si, soy tonta, te doy toda la razón- asentí.
Se limitó a reírse. En ese momento, Sandra pegó un chillido de los que llevaba pegando más de una hora y detrás de ella Amanda.
- ¡Me cago en la puta! ¡Me ha mordido!
Ainoha y yo nos miramos. Yo me levanté de la cadena de eslabones y me pase la mano por la cara apartándome el pelo.
- Joder... -dijo Ainoha resoplando.
Me acerqué a donde Amanda, Sandra y la hermana de Sara.
- ¿Qué ha pasado?
- Que le he metido los dedos en la boca para que vomitase y me ha mordido. ¡Mira como sangro!- dijo Amanda poniendo los dedos en la luz para que yo pudiera verlos.
Efectivamente, pude ver como tenía la piel desgarrada bajo la uña y como sangraba. Cogí a Sandra por la cara y la puse frente a frente con la mía.
- ¡Abre los ojos, joder! ¡Abre los ojos!
No reaccionaba. La solté y volví con Ainoha. Cada vez estaba más nerviosa.
- ¡Joder! ¡Quiero explotar! ¡No puedo más! Esto no es normal... -me tiré encima de Ainoha a llorar. Ella me abrazó e intentó tranquilizarme-. Encima se me han pasado mil cosas por la cabeza y esta puta semana de mierda. He pensado hasta en llamarle, ¿vale? ¡Y no lo entiendo! Si te odio tío, ¡te odio! ¡Maldita la hora en la que salí de casa!- grité mientras Ainoha seguía abrazándome.
- Eh, eh, eh, eso no, ¿vale? Tú a él no le tienes que pedir ayuda para nada. Ya ha hecho bastante. Aquí estamos nosotras, ¿entendido?
Seguí llorando unos minutos abrazada a ella. El chico que le había gustado preguntó que qué me pasaba, a lo que ella contestó sacudiendo la cabeza y yo continué llorando. Exploté. No podía más. Realmente. Ya había tenido suficiente esa semana como para tener que soportar todo aquello esa noche. Y es lo que me pasa. Cada vez que me pasa algo malo se me viene a la cabeza todo lo malo que me ha pasado en la vida. Si, no en esos días, en la vida. Me acuerdo de todo. Soy así. No me entiendo ni yo misma. Y eso que estaba pasando era, sino, como para explotar. Nunca había visto nada así y con quince años todavía no pensaba en verlo. Cuando me pasa algo malo lo tengo que soltar, decirlo todo, de carrerilla. Supongo que por eso se me pasó por la cabeza la idea de llamarle. Si. A él. Pasaron más minutos, más impaciencia, más desesperación. Había transcurrido una hora y media desde que había empezado todo esto. Total, que era la una y media de la madrugada y nosotras seguíamos en la calle. Sandra no despejaba. Todo lo que hacían por ella no servía de nada. Yo, realmente, no pensaba que fuera a servir. Lucía llegó a donde nosotras. Estaba mareada. Amanda y la hermana de Sara venían con Sandra. Ésta, se puso a gritar de nuevo. Parecía que la estuvieran matando. De verdad, nunca había oído gritar así a nadie. Amanda la soltó y la hermana de Sara la dejó caer. Sandra calló de golpe contra el asfalto. Todas abrimos los ojos como platos y alguna se llevó la mano a la boca cuando vimos el porrazo que se acababa de dar. Resoplé. Sandra comenzó a llorar en el suelo, entre gritos.
- Ay dios... -dijo Amanda abalanzándose sobre ella.
La hermana se Sara se acercó también y la intentaron levantar. Sara se acercó y comenzó a gritarle. Se le notaba que no podía más. Nosotras nos acercamos solo un poco. De repente, Sara salió de entre ellas y echó a andar calle adelante.
- Sara, ¡Sara!- grité. Salí corriendo detrás de ella y dejé al resto detrás. Nos miraban.- Sara, ¡espera!- la alcancé y la agarré por el brazo.
- ¡Que no joder, que no! Que se ha roto un diente, ¿vale? Que tiene un golpetazo en la barbilla, ¡que esto no puedo ser!- dijo llorando.
- Lo estamos pasando todas muy mal, ¿vale? Pero tranquila. Sé que esto no es normal y que nunca nos habíamos encontrado ante esta situación, pero se solucionará pronto, ¿entendido?- la abracé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario