Capítulo 22: "Mezcla de emociones"

Voy a empezar a tomarme muy enserio eso de no confiar en mi misma. La semana de exámenes no resultó ser tan agobiante como parecía. Subí mis dos cincos y aprobé Matemáticas que eran las que más me importaban. Y con nota. La verdad, no eran tan malas notas. Dos nueves, sietes, ochos y un seis en Matemáticas, la cual daba por perdida nada más salir del último examen que hicimos. Estaba orgullosa de mi misma. Mi madre también, aun que siempre se puede mejorar. Mi padre no, mi padre es un caso al que yo ya tengo muy perdido. Saque lo que saque, para él siempre puede ser más. Le ignoro completamente.
La mañana en la que nos dieron las notas solo fuimos las dos primeras horas. A tercera hora nos darían las notas y nos iríamos. A primera teníamos Matemáticas y no hicimos nada. A segunda hora teníamos Francés. Estuvimos viendo una película que se llama "LOL". Nos enganchamos mucho, la acabaríamos de ver a la vuelta de vacaciones. Llegó tercera hora. Pisé la clase por primera vez. Me senté en mi mesa. Encima de la mesa. Lucas estaba ahí cuando me di la vuelta. Que susto me dio. Me puso la mano cerrada delante. Yo no entendía nada y le choqué con el puño. Me reí hasta que comprendía lo que quería. Extendí la palma de mi mano debajo de su puño cerrado y el dejó caer una pulsera de eslabones plateados.
- ¡Oh! ¡Gracias!- se dio la vuelta y le di un abrazo por detrás. Me paré a pensar.
- Un momento...
Esa pulsera siempre me había gustado y siempre se la quise quitar. Habíamos quedado que, a final de curso, cuando se fuera a vivir a la ciudad, me la daría.
- Te dije que cuando me fuera te la daría y lo prometido es deuda.
- No, pero... ¿te vas ya? Dijiste que a final de curso.
En ese momento entró el tutor para darnos las notas. Yo me dejé caer en la silla. Lucas era un buen amigo y no me hacía ni pizca de gracia que se fuera así como así. Mientras daban las notas yo me giré para hablar con él.
- No es justo eh, dijiste que a final de curso. Por lo menos, cuando vayamos de excursión en Enero querrás quedar con nosotras, ¿no?
Asintió con una sonrisa. A mi no me convencía del todo pero, ¿que podía hacer yo? Las cosas son así. A la salida le acabamos de despedir y algo molestas nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo.
Esa misma tarde, Lucía, Carlos, un amigo nuestro y yo fuimos a tomar algo. Nos tiramos toda la tarde de risas. Carol vino después del hospital. La habían operado de la nariz, nada serio. Seguimos con nuestras tonterías. A las ocho menos cuarto nos fuimos todos a la iglesia. Había concierto de Navidad de la escuela de música y Lucía tocaba la flauta travesera. Nos sentamos en un banco no muy alejados de donde se colocaban para tocar. Carlos se tiró toda la actuación intentando entender la cámara nueva que se acababa de comprar, yo me reía de él, Carol miraba de un lado a otro ya que Juan estaba en una esquina de la iglesia y nuestro amigo el demente no paraba de meterse con los niños que teníamos delante. Vamos, comportamiento de todo menos de estar en una iglesia. En uno de los descansos entre canción y canción, Carlos sacó una pequeña cajita roja con un lazo de su bolsillo.
- Le he comprado esto a Lucía, ¿le gustaran?- dijo con una sonrisa.
Eran unos pendientes medio de plata medio de oro, no me fijé mucho, pero eran realmente bonitos. Yo me quedé embobada.
- Yo creo que si- dije asintiendo con la cabeza.
- Son bonitos- dijo Carol.
- Si Carlos si, seguro que le gustan.
Sonrió y guardó de nuevo la caja.
- Ella me dijo que no quería nada pero un detalle nunca está de más.
Que monos. Seguro que le hacía ilusión. Ay mi Lucía... Antes de que acabara el concierto yo me fui. Eran casi las nueve y, aun que mi madre sabía que iba a ir a la actuación, no quería llegar muy tarde o la bronca estaría asegurada. Llegué y no me dijeron nada. Me puse a cenar. Mi madre me vio las uñas pintadas de morado. Desde que Lucía me había pasado unos videos espectaculares de como pintarse las uñas estaba enganchada. ¿Y que tiene esto de malo? Pues no lo se, pero mis padres me echaron la bronca. Mi madre decía que era un color "muy oscuro", palabras textuales y mi padre alegaba que quería parecerme a sabe dios quien. Yo contesté. No me callé. Casi nunca lo hago. Ahí empezó la tensión entre mi padre y yo que duró bastante tiempo. Que cosas, madre mía. Lo que hay que aguantar. Y lo que quedaba por aguantar.

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