Capítulo 20: "Ya no sufro más"

¿Lo veis? Esto es imposible de llevar. Bueno, que preguntas, si no lo veis. Estoy deseando que se acabe esta semana. Ha sido bastante buena porque me han dado muy buenas noticias pero necesito descansar. Dormir. Mucho. El Domingo es el cumpleaños de mi padre. La verdad, no tengo ni idea de que regalo podemos hacerle. Mi madre se adelantará. Para el cumpleaños de mi madre por lo menos fui al centro comercial y pude comprarle una caja de bombones. Pero, ¿para este? A saber. Lo dicho, que me desvío. Volvió. Claro que volvió. Tenía que volver, ya habían pasado dos o tres días. Era rutina. Yo estaba en una fase...una fase...una fase "Shé". Si, la llamaré así. ¿Por qué? Para los que no lo sepáis, Shé es un rapero español con el que me identifico mucho. Con sus canciones. Me encanta. Lo vivo mucho. Y esta semana no había parado de escucharle. Encima ha sacado nueva maqueta y es una pasada. Genial. Habla de ser libres, de no pensar en blanco y negro, de enfrentarte a tus miedos...tenéis que escucharlo. Es increíble. Decía yo...ah sí, que me habló. Como de costumbre: "¿vamos a seguir así mucho tiempo?". Me puse nerviosa. Por un instante no quise contestar pero lo hice: "tú verás". Hala venga, que viva la coherencia. En fin. Se había equivocado. Mucho. Durante estas últimas semanas. ¿Por qué no lo aceptaba? "Pero, ¿a que suelo...?" ¿Qué más da lo que suelas hacer si ahora te has equivocado? Ahora tío. Ahora. Presente. Que yo vivo ahora. Mirar, lo dije sin pensarlo mucho, la verdad, pero... ultimátum. Ultimátum en toda regla.
- Hay un problema. Que si vuelve a pasar esto de, un día te hablo, al siguiente no y al tercero tan amigos, se acabó.
- ¿Serías capaz?
- Te lo estoy diciendo. Si vuelve a pasar eso lo mando todo a la mierda. A la mierda la amistad y a la mierda todo. Yo no puedo estar así. Me siento como una estúpida.
Y así lo dije. Y han pasado unos tres días. Hemos hablado una vez. En plan bien. Espero que no se le olvide. Y si se le olvida, que no ponga ninguna excusa. Porque lo pienso cumplir. Si algo malo sigue y sigue habrá que terminarlo de alguna manera. Solo quería seguir. Seguir con mi vida. Y que comprendiera que después de... ¿un mes? ¿Cuánto tiempo hemos estado haciendo el subnormal de esta manera? Bueno, que después de todo eso nada sería como antes. O por lo menos en tan poco tiempo. Las cosas no son así. Yo no puedo volver a contarle todo, todo, todo sobre mi vida. No. Tampoco quiero. Aún que él quiera. Por ahora. Me he dado cuenta de que tengo quince años. Hay veces que he hablado con mis padres de este tema. El tema "novios". Ellos lo tienen muy claro: hasta los dieciocho a pan y agua. A mi me da la risa. Mi padre es más concreto:
- Anda que no eres joven ni nada. Tienes una vida muy larga por delante para darte batacazos y tener novios. Pero ahora, es tontería.
Pues tiene razón. Tengo quince años. Quince. Pensarlo. ¿Realmente, para una chica de quince años la felicidad se basa en tener a un chico a tu lado? Para mí, claramente no. Así que ese tema ya ha pasado a un segundo plano. Ahora en el primero están más mis amigos. Luego le siguen los estudios y un par de cosas más. En fin, es lo que hay.
Mi madre nos ha salvado. Me he levantado casi a las tres del medio día. Anoche estuve con Sara en el Skype con la webcam puesta. Hacía por lo menos dos o tres años que no hacíamos eso. Estuvimos hasta las tres de la mañana. Pues desde las tres de la mañana hasta las tres del medio día. Mis doce horitas no me las quita nadie. Comimos y le dimos los regalos a mi padre. Una caja de bombones, un boleto de lotería de Navidad y una chaqueta. Mamá, eres genial. Comimos tarta. Por la mañana y por la noche. Dios, como pasa el tiempo. Ya estamos en Diciembre. Otro año. Llega la Navidad. Sonrío.
- Papá, entonces... ¿vamos a Madrid en Reyes verdad?
- Ya... ¿cuánto cuesta el concierto?- a veces me sorprende lo listo que puede llegar a ser.
Le explico lo que cuestan las entradas. Las normales y la VIP.
- Pero, no tenéis tarjeta de crédito.
- ¿Quién te ha dicho eso?
Señalo a mi madre con la cuchara que me acabo de llevar a la boca con un pedazo de tarta de chocolate.
- Pues muy mal, yo tengo una- saca la tarjeta.
- Ah, pues igual vale- digo mientras la examinamos.
- De todas formas, tu hermano tiene una. Comprar las entradas con la suya y ya le daremos el dinero a él.
- Cuando salgan.
- Aviso, veremos a ver como vienen las notas, porque igual cambio de opinión.
Que miedo.
- Vale papá. Tranquilo.
Más me vale aprobar todo. Me levanto y dejo el plato en el fregadero. Me voy por el pasillo a mi habitación y me paro delante de la puerta. Abro la boca y hago una mueca de felicidad. Una especie de sonrisa eufórica en silencio. Que genial. Desde la cocina se oye.
- ¡Después dices que no hacemos nada por vosotras!
Vale papá, me ha quedado claro. Gracias.

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