Capítulo 1: "La rutina me rodea"

El Verano se acaba y con el la diversión. Bueno, la diversión sin clases. El acostarse tarde y dormir hasta las tantas, el irse de fiesta los fines de semana... Todo cambia. Y tanto. Como que pasas de estar todos los días en la calle a estar todos los días estudiando en tu habitación. Porque no solo se acaba el Verano. Empiezan las clases. Y con las clases un nuevo curso. Y con un nuevo curso más estudio. Y así todos los años. Permitirme que me presente. Me llamo Casandra y soy una chica de lo más normal. Bueno, mentira. Soy una chica de lo más diferente al resto. Si no fuera diferente al resto no me gustaría. Y si no me gusto a mi misma no le gusto a nadie. Total, que soy diferente. Diferente en la intimidad. Y no penseis mal que aquí enseguida hierven las hormonas. Muy pocas personas saben que soy diferente al resto. Me tiene que conocer para saberlo. Vosotros lo ireis viendo poco a poco. Vamos a lo interesante. Tengo quince años, empiezo 4º de la E.S.O. Estoy muerta de miedo. Odio la rutina, por eso aborrezco un poco mi vida, ya que está basada en ella. También odio las matemáticas. Me gusta el agua muy caliente cuando me ducho y el olor a tierra mojada después de un aguacero. Ya sabeis un poco más de mi, aun que sabreis muchas cosas más.
Lunes, 7:30 de la mañana, suena el despertador. Me giro y coloco la mano sobre él. Dejo que suene un par de veces y lo apago. Me giro de nuevo. Abro los ojos para no dormirme. En estos primeros días de clase no estoy acostumbrada a ver el mundo a esas horas. Hay luz en la cocina. Últimamente mi hermana pequeña se levanta un cuarto de hora antes. Mejor. Así no coincido con ella en el desayuno. Cierro los ojos de nuevo. Unos cuántos pensamientos vienen a mi cabeza. Que me toca hoy, él, que no me duerma, él, que hoy tengo que hacer los deberes de matemáticas... Abro los ojos de nuevo. 7:35. Decido estirarme un poco e intentar que no se me caigan los parpados. Me destapo. Hace un frío terrible. Es lo que tiene vivir en el norte y que el Otoño nos pise los talones. Me arropo de nuevo. Me incorporo y me quito las mantas de encima rápidamente para después, más lentamente, colocar las zapatillas en mis pies. Me levanto. Mientras camino hacia el baño me quito el pelo de la cara. Paro. Los ojos se me ponen en negro y dejo de ver durante unos instantes. No sé porque me pasa, pero me pasa. Poco a poco recupero la visión y me pongo frente al espejo. Me hecho un poco de agua en la cara y peino un poco mi pelo. Voy a la cocina. Tengo leche calentandose al mínimo. Mi hermano esta preparandose su desayuno. Mi madre ronda por la cocina. Hecho más leche en el cazo y subo el fogón al máximo. Cojo mi típica taza con el asa rota, de Acuario mi signo, y hecho dos cucharadas de Cola-Cao. Mientras la leche se calienta yo me apoyo en la encimera intentando no dormirme. Empieza medio a hervir. Perfecta. Mi hermano y mi madre siempre me echan la bronca cuando ven la leche tan caliente, pero a mi me gusta así. La hecho en la taza y remuevo bien. Me doy la vuelta y me agacho para abrir el cajón de los dulces. Cojo una magdalena. Estan deliciosas. Cojo la taza y me la llevo a la mesa. Me pongo en mi sitio de siempre o me siento en el sofá de madera en el que siempre se ponen mi padre y mi madre. Depende de si a mi hermano le da por quitarme el sitio o no. Hoy toca mi sitio. Me siento y desayuno sin decir una palabra y mirando el reloj de vez en cuando. Nadie me dice nada nunca cuando me levanto y yo tampoco me molesto. Odio que me hablen cuando me levanto así que nadie lo hace. 7:50. Dejo el vaso en el fregadero y me voy a vestir. La cama ya está hecha. En eso si que me siento privilegiada. Mi madre me hace siempre la cama. Abro el armario. Lunes. Vaqueros y una camiseta básica. Es mi estilo. Sencillo. Sin más. Me visto lentamente. Hay pereza. Son las ocho cuando salgo de la habitación totalmente vestida. Llego al baño. Mi hermana esta en el pero sale enseguida. Mi hermano se está cepillando los dientes. En cuestión de dos minutos vuelvo a quedarme sola en el. Me ato el pelo con una coleta. Pongo las planchas a calentar mientras me lavo la cara. No tengo el pelo rizo como mucha gente piensa cuando lo digo. Solo lo tengo un poco ondulado en las puntas y me queda mucho mejor liso del todo. Me lo aliso pelo por pelo. Con la rutina de siempre. Después vuelvo a la habitación y cojo las lentillas. Siempre se me olvidan. Me quedan cinco. Son de usar y tirar. 24h.  Me las pongo. Son de los pocos privilegios que tengo. Por lo menos yo lo considero un privilegio. En mi vida los privilegios no abundan demasiado. Ya estoy lista. Voy a ponerme la chaqueta, vendran a buscarme enseguida. Ya os diré quien. Porque estoy tan perdida en mi vida que ni siquiera sé quien es la gente con la que estoy. ¿Interesante? Pues esto es siempre igual. Mis mañanas.

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